Principios básicos

"El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente." 
- 1 Corintios 2:14
Este pasaje claramente demuestra que el hombre naturalmente, es decir sin intervención divina, no puede entender ni discernir las cosas espirituales. La palabra de Dios enseña que la escritura fue escrita por hombres inspirados por el Espíritu Santo, hablando así por parte de Dios (2 Pedro 1:21). La Biblia debe ser discernida y comprendida, espiritualmente. Partiendo de esta verdad y reconociendo nuestra debilidad y naturaleza pecaminosa, podemos concluir que ese necesario acudir y pedir ayuda directamente al Espíritu Santo, para que Él sea el que nos guíe e instruya a la hora de estudiar e interpretar la Biblia.

I. La oración

La oración es clave para la interpretación adecuada de las escrituras, por lo tanto, siempre debe acompañar nuestro tiempo en la palabra. Esto incluso no se limita a orar antes de comenzar nuestro tiempo en la palabra, si no también durante y al finalizar dicho tiempo.

  • Al iniciar: Debemos de reconocer nuestra condición y así mismo nuestra dependencia de Dios. Reconocemos nuestra incapacidad delante de Dios y pedimos Su ayuda e intervención.
  • Durante: Habrán ocasiones en donde pasemos mucho tiempo en un texto en especifico y la oración inicial no tiene porque ser la última. Debemos de mantenernos en continua comunicación con Dios. Un alumno, en el salon de clases, no está limitado a hacer preguntas y pedir ayuda al maestro solamente al iniciar la clase. El alumno, debería de poder levantar la mano, reconociendo así su dependencia de su maestro. El Espíritu Santo, es nuestro maestro y debemos acudir a Él todo el tiempo. 
  • Al finalizar: Después de haber terminado, la oración puede incluir el agradecimiento a Dios por lo que nos ha enseñado en Su palabra. A su vez, en luz de lo comprendido, podemos y debemos pedir al Espíritu Santo que use en nuestras vidas lo que hemos entendido en Su palabra. Recordando que no somos llamados a ser solamente grandes interpretes de la palabra, es decir entenderla, sino también a hacerla.

"Enséñame, oh Jehová, tu camino; caminaré yo en tu verdad; Afirma mi corazón para que tema tu nombre.Te alabaré, oh Jehová Dios mío, con todo mi corazón, Y glorificaré tu nombre para siempre." - Salmos 86:11-12

II. Exégesis

"Ustedes han oído que se dijo: “Ojo por ojo y diente por diente”. Pero yo les digo: No resistan al que les haga mal."
- Mateo 5:38-48

Este versículo nos muestra cómo Cristo corrigió las enseñanzas de los maestros de la ley. El pueblo de Dios había sido instruido a tomar venganza de manera personal bajo la ley de "ojo por ojo". Ahora, esta ley ¿de dónde salió? Esta ley se encuentra en Deuteronomio 19:21 que dice: "Y no tendrás piedad: vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie". Pero, entonces, ¿Cristo está en desacuerdo con la ley? La respuesta es no. Cristo no está desacreditando la ley que se encuentra en Deuteronomio 19:21 sino la falsa enseñanza por parte de los maestros sobre dicha ley. El problema de la enseñanza no radica en la ley sino en la interpretación de ella. Esta falsa interpretación por parte de los maestros es un problema de "exégesis".

La exégesis es la interpretación de un texto en base a lo que el mismo texto dice. En otras palabras la exégesis consiste en extraer el significado de un texto directamente del texto, en vez de imponerle al texto un significado importado desde afuera del texto. El imponerle significado a un texto se le conoce como "eiségesis", y es precisamente lo que habían hecho los maestros de la ley con la palabra de Dios. Lejos de interpretar el texto correctamente, llegando así a una correcta interpretación, más bien le importaron e impusieron SU interpretación al texto. Los maestros de la ley fallaron en hacer "exégesis" y terminaron haciendo "eiségesis".

En la sección anterior de "Introducción" se mencionó el problema principal a la hora de estudiar las escrituras y cómo ese problema no radica en las palabras del emisor de las escrituras (Dios), sino en el receptor de dichas palabras (el hombre). En 2 Pedro 3:16 encontramos que: "los ignorantes e inestables tuercen las Escrituras..." Esto confirma lo que se mencionó anteriormente, que el hombre es capaz de torcer las escrituras conforme a su conveniencia debido a que habrán ocasiones en que no quiera aceptar lo que la palabra de Dios claramente dice. Por otro lado el hombre es capaz de torcer las escrituras conforme a su conveniencia debido a que habrán ocasiones en que el hombre quiera que la palabra de Dios diga claramente lo que , él (el hombre) dice. Leemos lo que queremos leer y escuchamos lo que queremos escuchar. De esta forma podemos caer en decirle a Dios lo que Él ha dicho en vez de pedirle a Dios que nos explique lo que en efecto ha dicho.

Si bien es cierto que nuestras voluntades pueden llevarnos a la eiségesis, no es siempre el caso. La interpretación errónea de la Biblia no siempre es un problema de intención. Por lo mismo hay varias cosas que podemos y debemos tomar en cuenta a la hora de estudiar la Biblia que nos ayudarán a hacer exégesis, y así interpreter y por lo tanto aplicar correctamente la palabra de Dios para nuestras vidas. En la siguiente sección exploraremos algunos de estos puntos de manera breve.