Introducción

2 Timoteo 3:16-17

Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia,  a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado
para toda buena obra.
La Biblia es la palabra de Dios. Nos comunica tal cual lo que Dios quiere que sepamos acerca de Él, de nosotros y de Su plan de redención para este mundo. Dentro de este último punto (la redención del mundo) va incluido el deseo y plan que Dios tiene para cada uno de nosotros de transformarnos a través de Su palabra haciéndonos más y más como Cristo. Es por esto que la palabra es "útil para para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia y para equiparnos para toda buena obra".

Ahora, para que esto sea verdad, se requiere la premisa de que la palabra de Dios sea clara. Si no fuera clara, no podría tener dicho efecto mencionado anteriormente ya que no sabríamos ni entenderíamos lo que Dios ha querido comunicarnos a través de las escrituras. Es común que, incluso dentro de la iglesia, se utilice la frase "esa es solo tu interpretación", a la hora de compartir opiniones acerca de lo que dice la Biblia, haciendo parecer que la interpretación privada o personal lleva precisamente a diferentes perspectivas ambiguas pero "respetables". Esto puede ser un problema, y de hecho lo es cuando se trata de doctrinas fundamentales con respecto a la religión cristiana. Un texto ambiguo produce doctrinas ambiguas. Pero si la Biblia es así de "ambigua" (como muchos creen), dejaría de ser (como menciona 2 Timoteo 3:16-17), útil. 

Cristo y las escrituras

Según el pasaje mencionado anteriormente podemos concluir que la misma palabra de Dios, asume y tiene como premisa que las palabras que Dios ha decidido comunicarnos son, en efecto, claras. Dios espera que las leamos y entendamos. Y no solamente espera que las oigamos, sino que las hagamos (Santiago 1:22). Esto, de hecho es la misma postura que Cristo (quien también es Dios) demuestra con respecto a las escrituras. Es por esta postura de Cristo que una y otra vez exhorta a las personas durante Su ministerio con las palabras ¿Acaso no han leído? (Mateo 19:4-8, Marcos 2:25, Marcos 12:24-26, Lucas 6:3, etc). De igual manera, Cristo demuestra Su postura con respecto a la claridad de las escrituras, citando una y otra vez la palabra de Dios. Nuestra postura, como cristianos debe ser como la de Cristo. Cristo honró la palabra de Dios y afirmó en palabra y en hecho, la claridad de las escrituras. Nosotros debemos hacer lo mismo.

“El elefante en la habitación”

La expresión inglesa “el elefante en la habitación” (the elephant in the room) alude a un tema espinoso que todos conocen pero del que nadie se atreve a hablar, con lo cual callan y fingen que no existe. Probablemente en este momento puedas estar pensando "Si las escrituras son tan claras, ¿por qué los cristianos tenemos tantas conclusiones distintas cuando se trata de lo que dice la Biblia?". Esta es una muy buena pregunta, y no podemos ni debemos fingir que ese problema no existe.

Es una realidad que existen diferentes opiniones con respecto a lo que enseña Dios en Su palabra. Pero, esto no significa que el problema exista dentro de las palabras usadas por Dios. Si solo nos basáramos en las perfectas cualidades de nuestro creador y de Sus atributos divinos, sería imposible creer que Dios podría haber fallado en cómo escogió comunicarse con nosotros. Por tanto el problema que lleva a esta realidad de diferentes conclusiones y opiniones con respecto a la palabra, no radica en el autor del mensaje sino en el receptor del mensaje, el hombre.

El hombre es, no solo falible, sino pecador. Su naturaleza ha sido afectada en todos los sentidos (su razón, sus emociones y sus acciones). Por lógica esta verdad lleva a que el mensaje de Dios no siempre sea interpretado correctamente. No debe tomarnos por sorpresa que en ocasiones escuchemos por parte de Dios lo que "queremos escuchar" o que de pronto nos tapemos los oídos o cubramos los ojos porque no queremos escuchar ni aceptar lo que Dios claramente ha revelado en Su palabra. El hombre es capaz de torcer las escrituras conforme a su conveniencia. "Más engañoso que todo es el corazón, Y sin remedio; ¿Quién lo comprenderá?" - Jeremías 17:9.

Ahora, no porque el hombre sea capaz de algo debemos concluir que siempre lo hará. Es una realidad que cada uno de nosotros podemos caer en este tipo de problema ya que todos, sin excepción, somos pecadores; pero nuestra falta de entendimiento o de incorrecta interpretación no siempre se debe al problema de nuestra naturaleza pecaminosa y caída. Por ejemplo, la interpretación errada de las escrituras puede ser producto de la ignorancia Bíblica, idioma/traducción, enseñanzas de otros, lectura de comentarios o información extra-bíblica, entre muchas otras posibilidades.

Es por esto que a lo largo del tiempo, la iglesia ha propuesto, considerado y seguido diferentes metodologías y principios a la hora de escudriñar las escrituras para poder interpretarlas correctamente.  En la siguiente sección consideraremos algunas de ellas.